La filosofía epicúrea ganó un gran número de adeptos. Fue una importante escuela de pensamiento que perduró durante siete siglos después de la muerte de su creador. Hacia la Edad Media decayó y fueron destruidos muchos de sus escritos. Sin embargo hoy existen remanentes de esta doctrina que han sido compilados y difundidos por el mundo.
Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por la razón. Hacían hincapié en la virtudes del dominio de sí mismo y de la prudencia. En los siglos XVIII y XIX los filósofos británicos hicierón la propuesta de una doctrina universal más conocida como utilitarismo. Según esta teoría el comportamiento humano debe tener como criterio final el bien social. Hay que guiarse moralmente buscando todo aquello que proporciona y favorece el bienestar de un mayor número de personas.Después de analizar el documento sobre el hedonismo hemos llegado a las siguientes:
- Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de experimentar placer.
- El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
- Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.
- Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.
- El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan la mayoría de las personas.
- Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de tarta, o mirar la última alineación planetaria.
- Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos, por ejemplo la popularidad o la fama.
- El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio de los demás.
- Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos vivir muchos momentos de felicidad.
Dentro del hedonismo en sentido estricto se pueden distinguir dos formas del mismo, de acuerdo con los dos significados que tiene el término placer. Éste designa al placer sensible o inferior, y al placer espiritual o superior. En consecuencia, habrá dos formas de hedonismo, llamadas hedonismo absoluto y hedonismo mitigado, o eudemonismo.
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